PROMESAS Y MALICIAS
En este viaje he prometido a mi marido no hablar de trabajo. Nada de procesos judiciales, ni de tribunales, ni de acusaciones. No pienso ni citar el tema del último pleito que me ocupa y preocupa. El turbio caso de la muerte de una mujer de una aldea gallega atragantada con un bogavante.
Nos dirigimos al restaurante donde nos esperan nuestros amigos.
Una vez saboreados los entrantes, al ver el primer plato escogido por ellos, un arroz caldoso de... ¡ay!... siento un ligero desvanecimiento.
Por suerte pasajero.
Pido amablemente que me lo retiren.
No estoy dispuesta a romper mi promesa de silencio.
Ni mucho menos comerme un bicho al que, en el fondo, considero mi cómplice al liquidar a la maliciosa gallega amante de mi marido.
Nos dirigimos al restaurante donde nos esperan nuestros amigos.
Una vez saboreados los entrantes, al ver el primer plato escogido por ellos, un arroz caldoso de... ¡ay!... siento un ligero desvanecimiento.
Por suerte pasajero.
Pido amablemente que me lo retiren.
No estoy dispuesta a romper mi promesa de silencio.
Ni mucho menos comerme un bicho al que, en el fondo, considero mi cómplice al liquidar a la maliciosa gallega amante de mi marido.
ESAS Y MALICIAS