Quiero agradecer la compañía de tantos de vosotros que he sentido cerca durante estos años. Eso lo primero.
Y para quien quiera estar un ratito más conmigo, que lea lo que sigue:
Desde que me fracturé la espalda, en el mayo 2010, no he parado de escribir habitualmente, casi cada dia. Movida por una necesidad.
Yo crecí en un mundo de silencios, silencios que aplastaban la palabra, que enterraban los sentimientos, que mataban la libertad de expresión. Y por suerte, aquellos silencios empecé a romperlos cuando descubrí que en la escritura, entre letras y palabras, podía ser lo que nunca me atreví a decir.
Y gracias a la escritura he sido pez, he sido letra, he sido rana, alguna vez murciélago, muchas veces hombre, otras niña, a veces casada, alguna embarazada, otras madre, otras marido; he hablado por boca de mujeres maltratadas, de niños náufragos que mueren en las orillas de un mar muerto por la indiferencia, he querido defender los sentimientos, la generosidad de entregarse en frases que acercan, también he sido hiriente, critica, altiva e insolente; he sido abogado, he sido Wonderliana, he sido Cadena de Ser, he sido microbibliotecaria, de lunes o de viernes, (muchos ya sabréis a qué me refiero), y os aseguro que, en cada uno de mis personajes de ficción que inventé, nunca dejé de ser yo misma. Ese es el afán que persigo.
Pero en la vida hay cambios, y ahora estoy en la fase de uno de ellos. Si antes necesitaba expresar y lo hice escribiendo, seguramente para evadirme, ahora preciso callar, y es lo que voy a hacer.
Y me queda la cosa más importante para deciros, pero… eso ya será en la próxima ocasión.
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