Equivocada fue tu elección.
Desataba sus iras a la más leve sospecha si una mirada tuya, furtiva, no lo miraba a él.
Te costaba una paliza.
Celos enfermizos de un hombre que decía quererte, que te amaba más que nadie.
La pureza de tu sentimiento quedó en el aire de un respirar de angustia, retenido y asfixiante.
Te fuiste para ser libre y te metieron en una cárcel a la sombra, en la mala sombra.
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