Un día como hoy, 5 de mayo de 1990 te fuiste.
Te recuerdo sonriendo.
Posabas muy bien en las fotos, eras natural, ameno en las conversaciones, explicabas anécdotas de tu vida, de tu estancia en Guinea, de manera entretenida y con una gracia especial.
Te recuerdo con genio.
En casa a veces rugía la marabunta tan solo si se te cambiaba el periódico de sitio.
No soportabas que ninguna de las paginas estuvieran desordenadas. Aquel diario que, entonces, tenía unas hojas enormes, como sabanas, que leías hasta el último rincón, para acabar haciendo el crucigrama.
Te recuerdo en cada uno de tus gestos.
Fumabas y me parecías un dragón echando humo por la nariz, ese humo exhalado al hablar, que no acababa nunca.
Te recuerdo comiendo.
Cada día era un festín. A tu lado tenias la mujer perfecta para deleitar tus papilas en los guisos cotidianos.
Te recuerdo sentado en tu sillón orejero, dónde apoyabas la cabeza en tus siestas tras el ágape. Desde donde llamabas a Puchi, el caniche, que consiguió hacer de ti un juguetón tirado por los suelos, solicitando su atención. A veces, tenias celos, porque al entrar en casa, él no se dirigía primero a ti. Las fiestas las tenía destinadas a su verdadera ama. No lo fuimos ni tú ni yo.
Te recuerdo romántico.
Bailabas bien, tenias un porte de señor con tu sombrero y tus corbatas de pajarita. Un caballero saludando con un beso en la mano a las señoras.
Te recuerdo calvo.
Con cuatro pelos bien peinados. Bigote de la época (hoy yo diría franquista).
Rasurabas tu barba a navaja y decías: " apura mejor y deja la piel más suave."
Ibas bien perfumado, dejabas una agradable estela al pasar.
Te recuerdo estricto.
Me enseñaste las virtudes de la honradez, del cumplimiento del compromiso, de la dignidad.
Han pasado muchos años. El mundo ha cambiado mucho, tanto como yo. Te has perdido tantas cosas. Unas, por las que mejor no haber pasado, otras, por las que he lamentado no tenerte, para poderlas compartir y disfrutar contigo.
Con tu adiós pasaste a ser mi angel, el contacto con el más allá, el ente al que elevo mi pensamiento cuando te necesito y mi gratitud cuando las cosas me salen bien.
Papá, pienso en ti donde quiera que estés.